Nota: Les recomiendo leer la serie "Las Siete Palabras" que aparece en la lista de la izquierda.
“En cuanto a mí ¡Dios me libre gloriarme si nos es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por la cual el mundo es para mí un crucificado y yo un crucificado para el mundo! ” (Galatas 6:14) San Pablo usa el termino de “jactarse” (gloriarse) de la cruz de Cristo, como algo de lo que uno se enorgullece; el encuentra en la cruz motivo de alegría y realización, y le atribuye a ello un gran valor.
Pablo se jactaba de la cruz, pero no de sus logros personales o sus habilidades y conocimiento; para Pablo nada es mas valioso que la gloria de
la cruz de nuestro Redentor, todo lo demás es de poco valor y sin mucha importancia; el apóstol vio en el evento de la crucifixión, nuestra salvación de la muerte perpetua y nuestro derecho a la vida eterna.
Ver lo que es Bueno
Cuando algo bueno nos llega o nos sucede, tendemos a apreciarlo en el grado en que comprendemos lo bueno de su valor. Entre mas grande sea el impacto positivo de ese bien que hemos recibido, lo mas que hablaremos y esencialmente nos gloriamos de ello.
San Pablo se podría haber gloriado de un gran numero de cosas, especialmente de muchos de sus dotes, talentos y atributos, sin embargo el apóstol vio su motivo de mas grande orgullo en la gloria de la cruz, pues se dio cuenta que no existe nada mas grandioso que nadie pueda realizar.
La cruz es el corazón de nuestra fe y nuestro orgullo, porque sabemos que somos pecadores que no podemos obtener nuestra salvación por nosotros mismos.
Creemos que el pecado nos separó de Dios y creemos que el Padre envió a su propio hijo a hacer por la humanidad entera lo que no podíamos hacer por nosotros. Sin la cruz no habría resurrección, no habría salvación, y sin la cruz no habría esperanza por la vida eterna.
La Paradoja de la Cruz
La Cruz de Cristo es una de las grandes paradojas de la historia. Su muerte nos ha dado la vida. Su corona de espinas es nuestra corona de gloria. Su corazón traspasado nos ha dado un nuevo corazón. Su completa humillación nos ha dado una dignidad inimaginable. Para los incrédulos o arrogantes, la cruz no es nada mas que un tonto ejercicio en el sufrimiento. Pero para los que creen, la Cruz es el instrumento mas grande de honor, porque es el instrumento de salvación, nada menos que “el poder de Dios” en nuestras vidas. (1 Corintios 1:18)
(1 Corintios 1:17) Porque no me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el Evangelio. Y no con palabras sabias, para no desvirtuar la cruz de Cristo.
Pues la predicación de la cruz es una necedad para los que se pierden; mas para los que se salvan - para nosotros - es el poder de Dios.
Al contemplar la cruz descubrimos dos grandes verdades. Primero, vemos como Dios no quiere estar separado o dividido de su pueblo amado, pero la injusticia no puede coexistir con la justicia perfecta. Nuestro pecado es una ofensa a Dios y nos separaba de El, solamente la muerte de Cristo podía reconciliarnos completamente, lo cual nos lleva al segundo punto o verdad.
Nuestra ruptura con Dios no era una cosa trivial, la mancha del pecado original no era algo que se podía corregir con un simple remedio. Requería nada menos que la muerte del Hijo de Dios.
Estas dos verdades nos revelan que la Cruz estaba en el centro del plan de Dios para la humanidad. No fue un caso peculiar de la historia, o que algo muy malo sucedió a una buena persona, pues Cristo mismo le dijo a sus discípulos, que El tenia que sufrir, ser muerto y después resucitar a la vida. (Mateo 16:21)
Jesús sabia que tenia que aceptar el sufrimiento, humillación, y la muerte porque ninguna otra cosa era suficiente para borrar el pecado y desarmar al diablo. Por el amor al Padre -y su amor por nosotros-Cristo voluntariamente aceptó la Cruz.
Si queremos sentirnos mas cerca de Cristo en la cuaresma, necesitamos entender el punto importante que: Cristo murió por nosotros. Lo que Pedro eventualmente llego a comprender, también nosotros debemos de entender: “Cristo llevo nuestros pecados en su cuerpo, de manera que, libres de pecado, vivamos para la justicia -con cuyas heridas habéis sido curados. ” (1 Pedro 2:24). Cristo nos liberó de nuestra desobediencia, nuestro orgullo, nuestros enojos, nuestro egoísmo y egolatría. Su muerte en la cruz nos trajo la victoria sobre todos nuestros pecados.
No tropieces
Cuando decidimos comportarnos o actuar de forma opuesta a Jesús, la cruz se
convierte en objeto de tropiezo para nosotros. Cuando Pedro oyó a Jesús hablar de la cruz, llevo al Señor a un lado y lo reprendió diciendo: “ Desde aquel día, Jesús comenzó a anunciar a sus discípulos que debía ir a Jerusalén, y sufrir mucho de parte de los ancianos, de los sumos sacerdotes y de los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar al tercer día. Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo, diciendo: "Dios no lo permita, Señor, eso no sucederá". Pero él, dándose vuelta, dijo a Pedro: "¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Tú eres para mí un obstáculo, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres". ” (Mateo 16:21)
Tropezó aquí Pedro porque amaba a Jesús? O fue porque todo andaba tan bien,que él no quería que cambiaran las cosas? No lo sabemos con seguridad, pero lo que si sabemos es que: Tenemos que acoger la Cruz. Tenemos que de plano aceptar a Jesús y no tratar de decirle lo que si haremos, o lo que no haremos.
Cuando vemos la cruz de Cristo, verdaderamente estamos viendo dos realidades: Los hechos de la crucifixión y la aplicación de ella. Los hechos son que Jesús murió de una vez por todos nuestros pecados. La aplicación es que aunque Jesús murió por todos nuestros pecados, experimentamos su gracia y misericordia, solamente cuando acogemos o aplicamos el poder de la cruz.
No experimentaremos de lleno la libertad del pecado, si a sabiendas permitimos que el pecado domine nuestra vida.
Veamos este punto con mucho cuidado. No es cosa de que si pecaremos o no. Por supuesto que pecaremos. Somos débiles y vivimos en un mundo caído. Dios es rico en misericordia, y nos perdona y cura nuestras debilidades. El verdadero asunto es este: Hacemos de la cruz un objeto de tropiezo cuando, pensamos y actuamos de forma que facilitamos el pecar-cuando sabemos que hacemos mal y aun así, no tomamos medidas para contrarrestar el pecado.
Es una cosa ser presa de un pecado y arrepentirnos de ello al darnos cuenta que hemos fallado, y es otra cosa, el permitir un hábito o patrón de pecado controlar nuestra vida-especialmente cuando somos conscientes de que estamos ofendiendo a Dios.
Vivimos en un mundo que tolera y fomenta la mentira, la manipulación y el engaño; un mundo que promueve y acepta el aborto, matrimonio de personas del mismo sexo, el amasiato y toda clase de degeneración.
De acuerdo a la filosofía de este mundo, no hay nada malo con los excesos y el desenfreno, siempre y cuando no causen daño a nadie, sin embargo, todo pecado tiene sus victimas y es siempre una ofensa al Señor. El estilo de vida mundana va en contra del mensaje de la Cruz que es, el disponer nuestras vidas al servicio de Dios y de sus pueblo. Cuando toleramos un comportamiento pecador, y -permitimos que la carne sea la que domina nuestras decisiones- tropezaremos siempre contra la Roca y no podremos acoger la Cruz.
Jesús le dijo a Pedro y los otros apóstoles: “Quien quiera salvar su vida la perderá, pero el que pierda su vida por mi, la salvará. De que le sirve a un hombre ganar todo el mundo si pierde su alma?” (Mateo 16:25) De que nos beneficia el mantener posiciones y opiniones opuestas a las de Jesús, las cuales nos separan de El, y nos hacen desagradables e indeseables con los demás, y que a la vez nos causan una languidez espiritual?
La Victoria es Nuestra
Cristo vino al mundo a entregar su vida en la cruz por nosotros. Su victoria es nuestra victoria. Su resurrección es nuestra resurrección. Su triunfo sobre la muerte y el pecado es nuestro triunfo. Como podemos pagarle lo que El ha hecho por nosotros? Por medio de meditar sobre la Cruz diariamente. Por medio de orar y pedirle mucho a El en esta cuaresma.
Confesemonos pecadores ante el Señor y digámosle que le agradecemos mucho el precio que le tocó pagar por nosotros en la Cruz.
Pongamos nuestra vista en el poder de la Cruz, poder que nos liberará de nuestras adicción al pecado, el poder de la cruz de Cristo romperá las cadenas que nos atan. Estemos siempre conscientes del poder de la cruz de Jesús -el cual esta siempre disponible a todo aquel que lo solicite. De manera que gloriemos en la cruz de Cristo, para que vivamos la victoria que Jesús ha ganado por nosotros.
Que Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo los bendiga.
Gloria a Dios, Aleluya!
Dios sana, Hosanna!
Es cierto, Amen!
English Section
(Galatians 6:14) May I never boast except in the cross of our Lord Jesus Christ, through which the world has been crucified to me, and I to the world.
By boasting in the cross, Paul meant taking pride in it, finding in it the reason for his joy and fulfillment, and placing great value in it. When Paul gloried in the cross, he was placing his own achievements —and they were plentiful— on lower, secondary level. He was saying that the glory of the cross supersedes everything. He could make this claim because he saw how this event —Jesus death on a cross— saved us from eternal death and brought us everlasting life.
Seen a Greater Good
From that time on Jesus began to explain to his disciples that he must go to Jerusalem and suffer many things at the hands of the elders, chief priests and teachers of the law, and that he must be killed and on the third day be raised to life.
When something good comes along, we tend to appreciate it to the degree that we understand how goo it is. The larger the positive impact, the more we talk about it and , essentially, “glory” in it.
St. Paul could've gloried in any number of things—and especially in any number of his own gifts, talents, and attributes. Instead he chose to boast about the glory of the cross because he saw it as a far greater thing than anything he could accomplish.
The cross stand at the heart of our faith and as our highest boast because we believe that we are all sinners who cannot save ourselves. We believe that sin separated all of us from God. And we believe that God sent his Son into the world to do what we could not do. Without the cross, there would be no salvation. And without the cross, there would be no hope for eternal life.
The Paradox of the Cross
(1 Corinthians 1:17)For Christ did not send me to baptize, but to preach the gospel—not with words of human wisdom, lest the cross of Christ be emptied of its power.For the message of the cross is foolishness to those who are perishing, but to us who are being saved it is the power of God.
Jesus' cross is one of the great paradox of all time. His death has brought us life. His crown of thorns has become our crown of glory. His pierced heart has given us a new heart. His abject humiliation has brought us unimaginable dignity. To the unbelieving eye, the cross appears to be nothing more than a foolish exercise in suffering. But to those who believe, the cross is worthy of all honor because it is the instrument of salvation, nothing less than the very “power of God” for our lives (1 Corinthians 1:18)Contemplating the cross moves us to see two truths. First, we can see how God did not want to be divided from his beloved people, but that injustice could not coexist with perfect justice. Our sin was offensive to God, and it separated us from him. Only Jesus' death could reconcile us fully. And this leads us to our second truth: Our sin, our separation from God was not trivial. The stain of original sin wasn't something that could be overcome with just a minor remedy. It required nothing short of the death of the Son of God.
These two truths tell us that the cross was at the center of God's plan for all humanity. It wasn't just a fluke of history or the case of a bad thing happening to a good person. Jesus himself told his disciples that he had to suffer, be put to death, and then rise from the dead (Matthew 16:21) He knew that he had to embrace this suffering, humiliation, and death because nothing else was sufficient to wipe away sin and disarm devil. Because of his love for his Father —and his love for us— Jesus freely accepted the cross.
(1 Peter 2:24)He himself bore our sins in his body on the tree, so that we might die to sins and live for righteousness; by his wounds you have been healed.
If we want to draw closer to Jesus during this season of Lent, we need to understand this important point: Jesus had to die for our sake. What Peter eventually came to understand we also must come to understand: Jesus Christ “bore our sins in his body upon the cross, so that, free from sin, we might live for righteousness” (1 Peter 2:24)
By his death, Jesus set us free from our disobedience, our pride, our angers, and our self- centeredess. His death on the cross brought us victory over our sins —every one of them.
Don't Stumble
(Matthew 16:21)From that time on Jesus began to explain to his disciples that he must go to Jerusalem and suffer many things at the hands of the elders, chief priests and teachers of the law, and that he must be killed and on the third day be raised to life.
Peter took him aside and began to rebuke him. "Never, Lord!" he said. "This shall never happen to you!" Jesus turned and said to Peter, "Get behind me, Satan! You are a stumbling block to me; you do not have in mind the things of God, but the things of men."
When we choose to act in a way that is oppose to Jesus, the cross becomes a stumbling block to us. When Peter heard Jesus talking about the cross, he took Jesus aside and rebuked him, saying, “God forbid, Lord! No such thing shall ever happen to you.” But Jesus turned around and rebuked him, saying, “Get behind me, Satan! You are an obstacle to me. You are thinking not as God does, but as human beings do” (Matthew 16:21)
Did Peter stumble here because he loved Jesus? Or was it because things were going so well he didn't want to see it come to and end? We don't know for sure, but we do know this: We have to embrace the cross. We have to wholeheartedly accept Jesus and not try to tell him what we will do and what we will not do.
When we look at the cross of Christ, we are actually looking at two realities: the facts of the cross and the application of the cross. The fact is this: Jesus died once, for all of our sins. The application is this: Even though Jesus has died for all our sins, we experience his grace and mercy only when we take hold of, or apply, the power of the cross. We will not experience this freedom from sin very deeply if we knowingly allow sin to rule our lives.
We need to be careful here. It is not a matter of whether we will commit sins. Of course we will commit sin. We are weak and we live in a fallen world. God is rich in mercy, and he does forgive us and heal our weaknesses. The real issue is this: We make the cross a stumbling block when we think and act in ways that encourage sin —when we know what we are doing and yet take no steps to counteract the sin. It is one thing to fall prey to a sin and repent, knowing we have done wrong. It is another thing altogether to let a pattern of sin have free rein in our lives-- especially when we know that we are offending the Lord.
We live in a world that condones lying, manipulation, and deception; a world that approves of abortion, same-sex marriage, and living together out of wedlock. According to the philosophy of this world, the is nothing wrong with extreme self-centeredness as long as it doesn't hurt or impose on anyone else –but,don't the degenerates want to impose their life style on us?-- Patterns of behavior like these run contrary to the message of the cross, which is a message of laying down or live to serve God and his people.
When we condone sinful behavior –trying to keep the “flesh-life” active in us-- we will stumble in our desire to embrace the cross. Jesus told Peter and the others: Whoever wishes to save his life will lose it, but whoever loses his life for my sake will find it. What profit would there be for one to gain the whole world and forfeit his life? (Matthew 16:25) What does it profit us to hold positions and views that are opposed to Jesus, that separate us from him, that make us less loving toward others and drag our spirituality down?
The Victory is Ours
Jesus came into this world so that he could lay down his life or us on the cross. His victory is our victory. His resurrection is our resurrection. His triumph over sin and death is our triumph. How can we ever honor him for what he has done? By meditating on the cross everyday. By turning to him in
prayer every day this Lent. Let's tel Jesus that we are sinners and that we are grateful for the price he paid on the cross. Let's look to the power of his cross to set us free from those nagging sin patterns that still keep us bound.
There is power in Jesus cross –a power available to everyone who asks. So let's glory in the cross of Christ so that we can live in the victory that Jesus won for us!
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